Para muchos hispanos, las inquietudes relacionadas con la vacunación son una cuestión de confianza

Por Michael Merschel, American Heart Association News

andresr/E+, Getty Images
(andresr/E+, Getty Images)

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Desde el principio, Norma Cavazos estuvo rodeada de amigos y familiares que eran escépticos de las vacunas: "Nadie se iba a vacunar, y yo tampoco. Era algo en lo que todos estábamos firmes".

Como trabajadora de salud pública del estado de Texas, supo acerca del coronavirus mucho antes de que la gente se empezara a enfermar en su entorno de Harlingen, ciudad a unas 14 millas al norte de la frontera entre Estados Unidos y México en el Valle del Río Grande. Sin embargo, sus inquietudes en cuanto a las vacunas que se desarrollaban en ese momento siguieron en pie incluso cuando la enfermedad empezó a cerrar negocios y a cobrarse la vida de sus familiares.

Escuchó todo tipo de falsedades: la elaboración de las vacunas fue apresurada; eran parte de un complot del gobierno contra los hispanos; y, lo más grave para ella, pensaba que eran peligrosas para alguien con sus problemas de salud, los cuales incluían una afección cardíaca.

Cavazos, de 62 años, dijo que se esforzó por encontrar datos, pero la abrumaba lo que leía. "Estaba tan confundida y tan molesta".

Su experiencia – y la historia de cómo dio un giro y comenzó a instar a los demás a obtener esta vacuna gratuita – ilustra varias de las razones por las que han sido lentas las tasas de vacunación entre los hispanos, así como lo que podría agilizar la inversión de esa tendencia que se ha venido dando últimamente.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, los niveles de vacunación entre los hispanos, hasta hace poco, seguían siendo bajos en relación con su población, a pesar de que COVID-19 los ha afectado de manera desproporcionada.

La desconfianza hacia la investigación médica, que tiene un profundo arraigo, así como la gran cantidad de desinformación, son dos de las barreras principales para los hispanos, dijo Amelie G. Ramírez, que tiene un doctorado en salud pública y es directora del Instituto de Investigación para la Promoción de la Salud del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio.

La desconfianza existe desde antes de la pandemia.

Una encuesta del Pew Research Center de 2019 encontró que el 60% de los hispanos encuestados consideraba que la mala conducta de los científicos de investigación médica era un problema muy grande o moderadamente grande. Únicamente el 42% de personas blancos dijo lo mismo.

Las redes sociales amplificaron esa desconfianza, sobre todo entre los latinos, quienes utilizan mucho los teléfonos móviles para conectarse con sus familiares lejanos, dijo Ramírez. La investigadora ha visto cómo las falsedades sobre los microchips, los riesgos para la fertilidad y otras cosas más, se han corrido rápidamente en inglés y en español por todo el hemisferio. "Tengo una prima que es monja, y nadie en su orden quiso vacunarse, aún sabiendo que el Papa lo apoya".

Parte del problema es, sencillamente, que a la gente no le gusta que le digan qué hacer, añadió.

Sin embargo, entre los hispanos, la resistencia cruza las líneas educativas, económicas y culturales, dijo Ramírez, quien también es directora de Salud América, una organización que promueve la salud de los latinos. Es desafiante llegar al meollo del asunto. "Es como una cebolla que seguimos pelando para tratar de entender mejor las razones y los inicios de esta desconfianza".

La duda no es lo único que explica las bajas tasas de vacunación, señaló la Dra. Fátima Rodríguez, profesora asistente de medicina cardiovascular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Standford en California.

"Hay problemáticas de confianza en la comunidad, pero también factores como el acceso", dijo Rodríguez, que ha investigado las disparidades relacionadas con la salud.

Muchos trabajadores hispanos tienen empleos que los obligan a presentarse en persona, lo cual limita el horario en el que pueden vacunarse, dijo. "Las personas que más necesitan la vacuna son precisamente las que no pueden ausentarse del trabajo para vacunarse o que no pueden inscribirse en línea a través de portales complicados".

A pesar de esos obstáculos, las tasas de vacunación han aumentado en los últimos meses. Los CDC informaron que, a partir del 14 de septiembre, los hispanos, que constituyen el 17% de la población estadounidense, constituían el 26% de los que recibieron su dosis inicial en las dos semanas anteriores.

¿Por qué el cambio? Ramírez dijo que la variante delta, que ha llenado las unidades de cuidados intensivos con personas no vacunadas, está asustando a la gente para que actúe. También reconoció que han mejorado los esfuerzos por compartir la información en inglés y español. "Por fin está llegando el mensaje a nuestras comunidades", comentó.

Para que las cosas sigan avanzando en la dirección correcta, Rodríguez hizo hincapié en la necesidad de eliminar las barreras que impiden que la gente se vacune. Quienes trabajan no deberían verse obligados a ausentarse de su empleo para vacunarse, por ejemplo, ni a enfrentarse a preguntas relacionadas con su estatus migratorio, "sobre todo entre los grupos de indocumentados, que pueden temer la deportación".

También dijo que la gente necesita una forma de abordar sus miedos. Los líderes de la comunidad y las figuras públicas de confianza podrían ayudar con eso.

Ramírez coincide. También mencionó que la gente puede ayudarse a sí misma siendo escéptica con lo que lee en internet. Para obtener información confiable, sugiere empezar por la facultad de medicina o el departamento de salud pública de su localidad, o con los CDC.

Los CDC y otras organizaciones importantes de salud pública como la American Heart Association y American Academy of Pediatrics recomiendan que todas las personas elegibles se vacunan contra el COVID-19. Aquellos que aún no están seguros pueden hablar con su médico, enfermera practicante, asistente médico o farmacéutico para obtener información creíble.

En un amplio informe de la Coalición CommuniVax se señaló que "la vacunación se mueve a la velocidad de la confianza pública". Encontrar expertos locales fiables es lo que ayudó a Cavazos a cambiar de opinión.

Exasperada por toda la información contradictoria que encontró, finalmente llamó directamente a su médico personal. "Nunca había hecho eso, coger el teléfono y llamarle a mi doctor".

Fue exigente, pero él fue muy claro en decirle que la vacuna la protegería. "Va a evitar que vaya al hospital, a quedar internada en la unidad de cuidados intensivos con la posibilidad de morir". Después indagó con varios especialistas que la atienden y todos le dijeron que se vacunara.

Entonces, en enero, lo hizo y desde esa fecha ha colaborado con Salud América para compartir su historia.

Cavazos, cuyo trabajo consiste en enseñar a los trabajadores de la comunidad y a otras personas sobre temas de salud, dijo que la gente tiene derecho a tomar sus propias decisiones, pero que los esfuerzos para proporcionar información deben realizarse de manera personal y directa.

"Eso no se obtiene de parte de un político o un comercial", añadió. Tampoco es posible decirle a la gente únicamente que se vacune porque es bueno para ellos y dejarlo así. "La gente quiere saberlo todo. Quieren saber la verdad y además escucharla de parte de personas en quien confían".

Nota del editor: Debido a los eventos en rápida evolución que rodean el coronavirus, los hechos y consejos presentados en esta historia pueden haber cambiado desde su publicación. Visite Heart.org para obtener la información más reciente y consulte con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y los funcionarios de salud locales para obtener la orientación más reciente.

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