Brittany Scheier, mujer real del 2021

Brittany Scheier logró su sueño de convertirse en abogada a pesar de las discapacidades que sufrió a causa de su ataque cerebral a los 27 años.

Como abogada de fusiones y adquisiciones de la firma de abogados internacional, Kirkland & Ellis, Brittany Scheier regularmente trabaja hasta muy tarde y no lo haría de ninguna otra manera.

“Realizo un trabajo interesante y complejo”, dijo, y señaló que nunca se imaginó haciendo este tipo de ley mientras crecía en una zona rural de Dakota del Sur.

Sin embargo, al final de un día largo, el brazo derecho de Brittany suele estar débil y sus ojos se cansan, debido los ataques cerebrales que sufrió el año pasado en su año final en la facultad de derecho.

Todo comenzó justo antes de las vacaciones de primavera, después de celebrar su cumpleaños número 27 con amigos en los viñedos de Texas Hill Country.  Brittany se despertó en medio de la noche sintiéndose increíblemente enferma del estómago, y pensaba que se debía a la gran cantidad de copas de vino que había tomado. Cuando se puso de pie, se dio cuenta de que tenía una visión de túnel y perdió el control completo de su lado derecho.

“Aunque tenía los síntomas clásicos, no se me pasó por la mente de que estaba teniendo un ataque cerebral”, dijo. Brittany gritó llamando a sus dos compañeros de habitación, quienes pusieron en el automóvil y la llevaron a la sala de emergencias. Allí, las enfermeras la pusieron en una cama, donde permaneció sentada durante varias horas. “Creían que solo era una persona joven que había estado bebiendo”, dijo.

Después de unas horas, Brittany comenzó a recuperar el uso de su lado derecho, pero seguía débil y también luchaba contra los problemas de la visión. Cuando miraba un rostro, veía un revoltijo, como si su cerebro no pudiese procesarlo.

Finalmente, un neurólogo ordenó una TAC y una RM. A primeras horas de esa mañana, le dijo a Brittany que había tenido un ataque cerebral. “Fue impactante”, dijo. “Creo que eso tampoco pasó por la mente del médico”.

Dos días después, mientras esperaba que le den de alta, Brittany desarrolló otros problemas de dolor de cabeza y memoria. Su mamá insistió en una segunda RM, que reveló que su cerebro estaba sangrando nuevamente. Este ataque cerebral fue cinco veces peor que el primero. En cuestión de minutos, un equipo irrumpió en la habitación y la trasladaron a la UCI. A pedido de sus padres, un sacerdote llegó para orar por ella.

“Le dijeron a mis padres que quizá no logre pasar la noche”, cuenta.

Los anticoagulantes detuvieron la hemorragia, pero el daño ya estaba hecho. Brittany no podía entender por completo lo que las personas estaban diciendo, y tenía problemas para recordar detalles básicos como su dirección o su ciudad natal. “Fue aterrador”, cuenta. “¿Cómo puedo ser abogada si no puedo recordar cosas? ¿Cómo me afectará esto a largo plazo?”

Cuando Brittany fue finalmente dada de alta del hospital, desarrolló un dolor hormigueante en el lado derecho de su cuerpo, que se volvió continuamente más intenso. Resultó ser el síndrome talámico, un efecto secundario raro que puede ocurrir en cualquier momento después de un ataque cerebral.

“A veces, la vibración y el hormigueo eran tan fuertes que no podía caminar”, dijo.

Mientras hacía terapia del habla, terapia ocupacional, física, de conducción y de la vista, Brittany también regresó a la facultad de derecho, se sentaba en la parte trasera de la clase con los ojos cerrados mientras grababa la clase para reproducirla más tarde. “Si tenía los ojos abiertos, me daba mucho dolor de cabeza por toda la estimulación”, dijo.

A pesar de sus dificultades, Brittany se mantuvo firme y logró obtener su título de derecho, aprobó el examen de abogado y aceptó un trabajo con Kirkland & Ellis en Houston. “Mi carrera cambió para siempre debido al ataque cerebral, pero después de un año, me siento más como yo”, cuenta.

Ansiosa por que su historia marque la diferencia, Brittany se involucró con el grupo de jóvenes profesionales de la American Heart Association, que reúne a sobrevivientes de ataque cerebral y cardíaco y este año planea recaudar fondos para la organización. Ella cree que su edad puede haber hecho que los médicos ignoren sus síntomas y quiere generar conciencia sobre la discriminación por edad en el sistema de atención médica.

“Tengo déficits y discapacidades que tendré durante toda mi vida”, afirmó. De hecho, un tratamiento rápido después de un ataque cerebral puede prevenir la muerte y reducir la cantidad de efectos a largo plazo.

“Pensaban que consumía drogas solo por mi edad y no quiero que otras mujeres jóvenes pasen por eso”, cuenta. “Si me hubiesen tratado de forma correcta, toda mi vida podría haber sido diferente”.