La depresión y las cardiopatías

La depresión y las cardiopatías

Aunque pudiera, Lidia Morales no cambiaría nada en su lucha contra la cardiopatía. Pero no siempre ha sido así. Como la mayoría de las mujeres a las que se les ha diagnosticado una cardiopatía, recorrió un largo trayecto hasta llegar a ese punto, pasando por la depresión y otros obstáculos mentales a lo largo del camino.

Lo primero en lo que todos piensan después de un ataque al corazón, una cirugía cardíaca o un derrame cerebral es el impacto en el bienestar físico. Pero el precio mental y emocional que la cardiopatía les cobra a las mujeres es muy real, y no debe ignorarse. Superarlo puede llevar tiempo.

Las sobrevivientes como Lidia lo saben muy bien. De hecho, hay estudios que muestran que hasta el 33% de los pacientes que han sufrido un ataque al corazón terminan desarrollando algún grado de depresión, señaló Barry Jacobs, psicólogo clínico y director de Ciencias de la Conducta del Programa de Residencia en Medicina Familiar de Crozer-Keystone. Con un porcentaje tan alto de sobrevivientes de cardiopatías que lidian con la depresión, es importante recordar que no está sola. Y no debería sentir que tiene que superarlo por sí misma. “Las personas deben ser conscientes de la conexión (entre la cardiopatía y depresión)”, indicó el Dr. Jacobs, que también es voluntario de la American Heart Association. “Hay muchos tratamientos disponibles. Nadie tiene por qué sufrir”.

Cómo saber si está deprimida

La depresión no aparece en una radiografía. Y es más que un cambio temporal en el estado de ánimo, como despertarse y sentirse mal un día, pero sentirse mejor al siguiente. Tiene que detectarse mediante comportamientos y actitudes.

Sentirse indiferente, desmotivado o desinteresado por las cosas, pero al mismo tiempo satisfecho, es apatía. Pero estar triste, desanimado, no tener esperanza en el futuro o tener ideas suicidas, son signos de depresión. Si presenta cinco o más de los síntomas de depresión y duran más de dos semanas, hay muchas probabilidades de que sufra esta afección. Concierte una cita con su médico para que le realice un diagnóstico y para abordar las opciones de tratamiento.

Cómo tratar la depresión

En primer lugar, reconozca que necesita apoyo emocional. Luego, acuda a sus seres queridos; querrán apoyarla.

Es mucho con lo que lidiar. Mientras Gail Alexander-Wright se recuperaba de un derrame cerebral en el hospital, la información que recibía sobre su enfermedad era demasiada para procesarla de una sola vez. Esto la llevó a la depresión incluso antes de tener el alta hospitalaria. Gail pudo recuperarse, y usted también podrá hacerlo. Aquí tiene algunos consejos sobre cómo afrontar la situación:

Cuente con alguien de confianza. Comuníquese con familiares, amigos o con algún clérigo. Posiblemente las personas de su entorno ya sepan que está deprimida y deseen ayudar. No quieren que pase por esto sola, así que comparta con ellos su carga emocional o déjelos incluso que la ayuden a aligerarla.

Comente las opciones de tratamiento con su médico. Reconozca que la depresión es parte de su enfermedad y que no es culpa suya. Cuando piense en su período de recuperación general, incluya la depresión en su tratamiento. Las mejores maneras de combatir la depresión suelen ser la asistencia psicológica, los medicamentos o, en muchos casos, ambas opciones.

Libérese de sus sentimientos. Hable sobre ellos, escríbalos o únase a un grupo de apoyo. La depresión es un trastorno común, no un defecto de carácter, y no debe tener miedo a hablar de ella. Puede pensar en la posibilidad de crear un blog, como hizo Rachel D'Souza-Siebert. La lucha de Rachel por sobrellevar la situación y encontrar el equilibrio la inspiró a escribir sobre su experiencia. Conocer a otros sobrevivientes y unirse a un grupo de apoyo nacional también la ayudó en su curación, especialmente en una época en la que se sentía muy asustada y sola.

Mantenga la actividad física. la actividad física habitual ayuda a liberar endorfinas, las cuales contribuyen a que se sienta mejor. Las mujeres físicamente activas tienen menor riesgo de depresión y deterioro cognitivo.