Jessica Cowin, mujer real del 2021

Jessica Cowin ha enfrentado problemas de salud desde que tenía 2 días de nacida, cuando le diagnosticaron el síndrome del corazón izquierdo hipoplástico, un defecto de nacimiento poco común en el que no se desarrolla el lado izquierdo del corazón.

Esto conllevó a trasplantes de corazón y de riñón. Ahora, la residente de Chicago de 37 años está creando más consciencia sobre las enfermedades cardíacas congénitas y recauda dinero para la investigación médica.

Jessica Cowin ha luchado contra problemas de salud cardíaca desde que tenía solo 2 días de vida.

Es por eso que le apasiona crear conciencia y generar dinero como directora de investigación y defensa de la Children's Heart Foundation, una organización nacional que financia la investigación de defectos cardíacos congénitos.

“Si no supieras mi historia, me verías tan normal como cualquier otra persona”, dijo Jessica, de 37 años, que vive en Chicago. “Debido a lo que pasé, puedo conectarme con los niños con problemas cardíacos y sus familias y realmente darles esperanza”.

Jessica estaba conectada a un monitor cardíaco y los médicos se preocuparon cuando notaron un latido cardíaco irregular porque su madre tuvo un embarazo normal. Los médicos determinaron que tenía síndrome del corazón izquierdo hipoplásico, o SCIH, un defecto congénito poco común en el que el lado izquierdo del corazón no se desarrolla correctamente y el flujo sanguíneo a través del corazón se ve afectado.

Jessica se sometió a su primera cirugía cardíaca para reparar el defecto a los 4 días de vida y otra a los 18 meses, y ha tenido múltiples procedimientos de seguimiento a lo largo de su vida.

Era una niña activa y sociable. Pero cuando era adolescente, se sentía constantemente con fatiga física y mental, y más enferma. Empezó a faltar mucho a la escuela; los servicios de enseñanza en el hogar eran la única forma en que podía terminar la escuela sin atrasarse.

“Tenía una constante sensación de cansancio y confusión”, dijo Jessica. “Tenía una presión constante en el pecho y dolor por las migrañas. Cuando vives con algo así durante tanto tiempo en algún momento simplemente se convierte en una sensación regular e interminable”.

Pero era más que eso.

En 1999, su cardiólogo determinó que su corazón estaba fallando y necesitaba un trasplante. Se le proporcionó un localizador para que lo mantuviera cerca en caso de que el hospital necesitara comunicarse con ella o su madre y alertarlas cuando hubiera un corazón disponible.

“Recuerdo que no quería tener nada que ver con ese localizador. Fue la cereza del pastel para una etapa que ya era difícil”, dijo Jessica, que estaba más preocupada por obtener su licencia de conducir a los 16 años. “Tenía muchas ganas de lanzarlo”.

Semanas después de ser colocada en una lista de trasplante, un corazón estuvo disponible. Para mantener una actitud positiva, se centró en lo que haría después de la cirugía, que la mantuvo hospitalizada durante tres semanas.

Al pasar esa terrible experiencia, la madre de Jessica, Eileen, le enseñó la importancia de ser voluntaria y ayudar a las organizaciones sin fines de lucro.

“Mi mamá definitivamente me enseñó a ser una firme defensora y me capacitó para cuidarme a mí misma, como una necesidad médica”, dijo. “Mi mamá me enseñó la importancia de tomar mi medicamento y lo he estado tomando por mi cuenta desde que tenía 5 años”.

La hermana menor, Amy, asistió a las citas médicas de Jessica fortaleciendo el vínculo entre ellas. Es por eso que cuando Jessica necesitó un trasplante de riñón a los 25 años, Amy insistió en que sería su donante y resultó que era casi perfectamente compatible.

Hoy en día, las experiencias médicas de Jessica la inspiran a ayudar a los demás.

“Todo lo que hago es tratar de centrar la atención en los defectos cardíacos congénitos”, dice ella. “Durante mucho tiempo, fue muy difícil para mí hablar sobre mis problemas de salud. Ahora, sé lo importante que es compartir mi historia. ¿Qué sentido tiene guardarlo en mi interior si puedo ayudar a alguien?”