Mujer real del 2023: Yael Shvetz
Yael Shvetz, residente de Hillsborough, Nueva Jersey, tiene una nueva perspectiva de la vida tras sufrir un ataque o derrame cerebral a los 54 años.
Yael Shvetz no se preocupó demasiado cuando su cabeza empezó a palpitar a principios de este año, ya que había padecido jaquecas debilitantes durante la mayor parte de su vida.
Sin embargo, este “dolor de cabeza” era diferente, ya que duró una semana completa. Tampoco podía retener la comida ni el agua.
Después de varios días, la hija de 17 años de Shvetz, Ariel, se dio cuenta de que estaba hablando más lento, casi como si estuviera perdiendo la capacidad de hablar, además, parecía débil y más retraída de lo normal.
“Mis hijos me conocen por ser muy animada y llena de vida”, expresó. “Siempre soy el alma de la fiesta”.
Cuando Ariel encontró a Shvetz en el suelo cerca de la cama, ella y sus tres hermanos llamaron al 911 (o a su número de emergencias local). “Se dio cuenta de que mamá no era mamá y que tenía que actuar rápido para salvarme”, comentó Shvetz.
Los paramédicos llegaron pronto y la llevaron al hospital. Una tomografía axial computarizada (TAC) reveló que había sufrido un ataque o derrame cerebral hemorrágico y que tenía hemorragias cerebrales. Los ataques o derrames cerebrales hemorrágicos son causados por un vaso sanguíneo debilitado que se rompe y representan a alrededor del 13% de los casos de ataques o derrames cerebrales.
“Me dijeron que no paraba de preguntarme: '¿Por qué yo? ¿Qué hice mal?'”, afirmó. “Al principio, fue difícil, emocional y mentalmente”.
Para detener la hemorragia, los médicos realizaron una cirugía de emergencia de ocho horas en la que sacaron la mitad de su cráneo. Los médicos le dijeron a su familia que ella tenía un 20% de probabilidades de sobrevivir. El ataque o derrame cerebral, la tercera causa principal de muerte entre las mujeres, mata a más mujeres que hombres, y una de cada cinco mujeres sufrirá uno en su vida.
Después de la operación, los médicos indujeron un coma a Shvetz.
Su hija mayor, Kaylee, preocupada por la posibilidad de que Shvetz nunca se recuperara por completo, se preguntó si debían buscar un centro donde su madre pudiera recibir cuidados las 24 horas del día. También canceló su boda de destino, la que se celebraría unas seis semanas después en Puerto Rico.
Diez días después, Shvetz recuperó lentamente la consciencia. Si bien no podía usar su lado izquierdo, fue capaz de murmurar, lo cual los médicos dijeron que era una buena señal. El coma “me permitió sanar”, declaró.
Después de aproximadamente un mes en el hospital, Shvetz fue transferida a un centro de rehabilitación. Durante las siguientes dos semanas, los terapeutas la ayudaron a articular sus pensamientos de manera más clara, a volver a pararse y a mejorar sus habilidades motoras. Cuando se fue a casa, ya era capaz de vestirse sola, tomar una ducha y escribir nuevamente.
“Me dieron las herramientas y me pusieron en marcha”, afirmó. “El resto lo tuve que hacer yo misma”.
Cuando Shvetz recibió el alta, sus hijos la estaban esperando afuera. En lugar de casarse en Puerto Rico, Kaylee lo hizo en el jardín de su casa. “Fue el día más increíble junto con el nacimiento de mis hijos”, expresó.
Aunque le hicieron muchas pruebas, los médicos nunca supieron por qué Shvetz sufrió un ataque o derrame cerebral. Debido a que fue adoptada cuando era una bebé, no sabe si tiene antecedentes familiares de cardiopatía ni de ataque o derrame cerebral.
“Al menos mis hijos ahora saben que tienen que cuidarse debido a todo lo que pasé”, manifestó.
Shvetz, consciente de que casi no sobrevive, siente que la vida es más dulce ahora y le agradece a Dios incluso por los placeres más pequeños. Aunque siempre ha tenido una actitud positiva, “me encuentro más agradecida que en el pasado”, agregó. “Todo es un poco más”.
Unos seis meses después de su ataque o derrame cerebral, Shvetz hizo una caminata de 5 km con el fin de recaudar fondos para la investigación del Alzheimer. Había estado paseando a sus perros todas las noches y se sentía segura de estar preparada para el reto.
“Estaba muy orgullosa de eso”, indicó. “Siento que ahora puedo hacer casi cualquier cosa”.
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