Exalumna 2018-2019 de Mujer Real Debora Grandison

Una mujer de Misuri aprende a defender su salud cardíaca después de 20 años de diagnósticos incorrectos.

Los antecedentes cardíacos de Debora Grandison abarcan tres décadas, desde la diabetes gestacional y el parto prematuro de su hijo en 1988.

En ese momento, la medicación triplicó su frecuencia cardíaca; como consecuencia, Grandison, de 28 años en aquel entonces, fue ingresada en cuidados intensivos y tuvo que permanecer en el hospital varias semanas. A continuación, tras el diagnostico de prolapso de la válvula mitral, le asignaron un tratamiento de insulina y la enviaron a casa para reposo en cama.

Después del nacimiento de su hijo, sus niveles de azúcar en sangre se normalizaron, pero alcanzaron niveles peligrosos en 1992, lo que requirió inyecciones de insulina.

Dos años más tarde, Grandison y su familia se trasladaron a Ballwin, Misuri, por lo que tuvo que pasar por nuevos médicos. Se sometió a diversas pruebas y continuó tratándose del prolapso de la válvula mitral, a pesar de que sus palpitaciones cardíacas no habían desaparecido.

Aun así, diversos síntomas de Grandison, como mareo, respiración entrecortada y dolor en el brazo izquierdo, persistieron. En dos ocasiones, el dolor fue tan intenso que acudió al servicio de urgencias pensando que sufría un ataque al corazón. Las nuevas pruebas sugerirían cada vez un problema diferente y la lista de medicamentos de Grandison llego a incluir 13 fármacos, hasta que se detectó que sufría hipertiroidismo.

Entre el 2001 y el 2005, Grandison tuvo que afrontar otro trauma: la muerte de su hermano, su padre y su tío, todas ellas debidas a problemas cardíacos relacionados con la diabetes. Para controlar mejor su diabetes de tipo 1, también se le proporcionó una bomba de insulina el 2006.

Grandison comenzó a temer que la diabetes y los problemas cardíacos no resueltos resultaran mortales, por lo que decidió tomarse en serio el ejercicio físico y la dieta, y se centró en la salud cardíaca y los alimentos aptos para la diabetes.

Alrededor del 45% de las muertes en EE. UU. por cardiopatías, accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2 se deben a hábitos alimentarios poco saludables como una alta ingesta de sodio, un alto consumo de bebidas azucaradas y una baja ingesta de frutas y verduras.

Sin embargo, en el 2008, Grandison continuaba luchando con los síntomas.

“Siempre estaba cansada y con la respiración entrecortada”, comentó.

El diagnóstico inicial de Grandison, prolapso de la válvula mitral, se cambió a miocardiopatía, por lo que fue remitida a un electrofisiólogo, que recomendó un marcapasos. La noticia fue una sorpresa para Grandison, que tenía 48 años en aquel momento.

“Mi abuela ya había pasado de los 70 años y tenía un marcapasos”, comentó. “Me pareció que no sabían de lo que estaban hablando”.

El marcapasos supuso una gran diferencia y, además, Grandison se encontró con más energía y motivación para cambiar su estilo de vida y ayudar a proteger su salud cardíaca.

“Tenía mucha más energía y resistencia para hacer ejercicio, e incluso volví a trabajar como profesora”, comentó.

Los problemas cardíacos de Grandison (de 58 años en la actualidad) no han finalizado: se le diagnosticó fibrilación auricular (FibA) el 2013. Pero hoy en día tiene una actitud más proactiva respecto a su salud: consulta información y prepara preguntas antes de las consultas con el profesional de la salud. Cuando su colesterol repuntó recientemente, realizó cambios en la dieta y su programa de ejercicio para reducirlo.

Casi la mitad de las mujeres de raza negra no hispanas padecen enfermedades cardiovasculares, que ocasionan la muerte de una de cada tres mujeres.

La fe de Grandison ha desempeñado un papel importante en su curación. Tiene un propósito en su viaje y espera que su experiencia con las cardiopatías no solo fortalezca, sino que inspire a otras personas a exigir respuestas y llamar la atención sobre la conexión entre la cardiopatía y la diabetes.

“Tras el diagnóstico de diabetes, me advirtieron sobre los riesgos: problemas renales, ceguera y amputaciones, pero no mencionaron el riesgo de cardiopatía”, comentó. “Quiero asegurarme de que las mujeres SEAN conscientes de la existencia de la conexión entre la cardiopatía y la diabetes, así como de los riesgos”.

Para obtener más información sobre los efectos de la diabetes de tipo 2 sobre enfermedades cardiovasculares, visite www.KnowDiabetesbyHeart.org

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