2024 Go Red for Women, Clase de Sobrevivientes: Marissa Fattore

La siguiente es la historia de Marissa y no es una recomendación ni un diagnóstico. Las historias se editaron para resumirlas.

Marissa Fattore tuvo un derrame cerebral en su ceremonia de graduación universitaria. Quiere que las mujeres sepan que un derrame cerebral puede ocurrir a cualquier edad y las impulsa a conocer las señales, los síntomas y los riesgos para que puedan actuar rápido.

Marissa Fattore se sentía un tanto extraña la mañana de su graduación universitaria. Tenía un fuerte dolor de cabeza y cierta sensación de confusión, pero se lo atribuyó a los nervios. Después de sacarse fotos con familiares y amigos, la joven de 21 años ocupó su lugar casi al frente del auditorio para la ceremonia.

Marissa atravesó el escenario, recibió su diploma y una medalla de honor, y volvió a sentarse. Un minuto después, colapsó en su asiento, se cayó al piso y comenzó a convulsionar. La ceremonia se interrumpió mientras los paramédicos allí presentes atendían a Marissa antes de trasladarla al hospital donde sufrió otras convulsiones.

Los exámenes y la RM revelaron que Marissa tenía un coágulo en el cerebro y que había sufrido un tipo de derrame poco frecuente. Tenía trombosis de senos venosos cerebrales (TSVC): se forma un coágulo en los senos venosos del cerebro. Los médicos de Marissa creen que los anticonceptivos con estrógeno pueden haber contribuido a que sufra este tipo de derrame. Le administraron medicamentos para disolver el coágulo y otros anticonvulsivos. La exnadadora universitaria pasó 10 días en el hospital antes de someterse a una rehabilitación para pacientes hospitalizados durante un mes aproximadamente.

El derrame le impidió a Marissa realizar “actividades cotidianas, como caminar, hablar e incluso ducharme sola”, afirmó. Realizó terapia del habla, ocupacional y física para recuperar su capacidad para caminar bien y mejorar su habla y comprensión.

También le costó adaptarse al entorno de recuperación en el piso dedicado a lesiones cerebrales del centro de rehabilitación.

“Durante la terapia física, miraba a mi alrededor y veía a mucha gente mayor con quienes me costaba relacionarme, y me preguntaba, ‘¿Por qué a mí? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué me pasó esto?’” decía. “Me costó muchísimo comprenderlo a mis escasos 21 años”.

El apoyo de familiares, amigos y el equipo médico mantuvo la motivación de Marissa. Después de recibir el alta de la rehabilitación para pacientes hospitalizados, volvió a vivir en el hogar de su niñez en Pensilvania mientras asistía a la terapia para pacientes ambulatorios tres veces a la semana durante un año. También debió esperar para manejar unos seis meses debido a las convulsiones. Fue una época frustrante y aterradora, ya que se había imaginado otro futuro una vez graduada.

“Es la primera vez en que realmente alcanzas la independencia para vivir por tu cuenta. Esperas con ansias comenzar una carrera real y enfrentarte al mundo”, decía. “Es como si me lo hubieran arrancado cuando tuve el derrame”.

En la consulta de seguimiento de Marissa con el neurólogo al año de lo acontecido, la autorizaron a dejar de tomar los anticoagulantes. El médico también la autorizó a mudarse a su “lugar feliz” en Florida, donde había asistido a la universidad y había competido en el equipo de natación universitario. Si bien sus padres tenían problemas, apoyaban la necesidad de su hija de recuperar su vida.

La mudanza también le permitió a Marissa mantener en secreto el tema del derrame.

“No quería que otra gente me viera como si fuera discapacitada o estuviera en desventaja. Sabía de lo que era capaz y no quería que me vieran diferente al resto”, comentó.

En Florida, comenzó una pasantía en relaciones públicas y luego escogió un trabajo a tiempo parcial como recepcionista en un gimnasio, una tarea compatible ya que había sido atleta gran parte de su vida. Con el tiempo consiguió un empleo en marketing en la oficina corporativa, que le dio la oportunidad de trabajar con sus socios en la American Heart Association.

Mientras escuchaba a otras personas compartir sus historias como sobrevivientes y incidir en los demás, Marissa, ahora con 32 años, se inspiró para contar sobre el derrame cerebral que sufrió en mayo de 2013.

“Aquí estoy hoy, increíblemente agradecida de estar viva y respirando. Necesitaba hacer algo más. Necesitaba ayudar a más personas y a más receptores poco comunes de un derrame”, afirmó.

“Mi mensaje para las mujeres es que un derrame puede ocurrirle a cualquiera, en cualquier lugar. Estén alertas. Infórmense sobre las señales, los síntomas y los riesgos relacionados con el derrame cerebral, y asegúrense de actuar con rapidez”.

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