Exalumna 2020 de Mujer Real Michelle Emebo

Michelle Emebo

 

En la lucha para controlar su presión arterial y su peso después del nacimiento de su hija, Michelle Emebo adoptó una actitud muy seria respecto de su salud cardíaca. Pocos años después, exhibe el mejor estado físico de su vida y ya no requiere medicamentos para controlar su presión arterial. 

Cuando Michelle Emebo fue diagnosticada con hipertensión arterial durante el tercer trimestre de su embarazo en el 2015, sabía que podía generar complicaciones más graves no solo en su salud, sino que también en la de su bebé que aún no nacía. Su médico le dijo que probablemente su presión arterial disminuiría una vez que diera a luz. Pero no fue así.

Debido a que Michelle era investigadora médica de oficio, sabía que las enfermedades cardiovasculares eran una de las causas principales de la muerte materna, y que la raza, la edad, el peso y la presión arterial eran importantes factores que afectaban este resultado. Dado que ella es una mujer afroamericana, tenía tres veces más posibilidades de morir a causa de una complicación relacionada con el corazón durante el embarazo.  

Un mes después de que Emebo diera a luz a una niña sana, su médico le recetó medicamentos para tratar la hipertensión arterial que persistía y aprendió a utilizar un monitor para realizar un seguimiento de su presión arterial en su hogar. Durante el siguiente año, acudió al médico cuatro veces, pero su presión arterial no disminuía. Emebo no estaba sola. Cerca del 60% de las mujeres afroamericanas sobre los 19 años de edad sufren de hipertensión arterial, y menos de la mitad de ellas la controlan.  

Además de esforzarse por balancear el trabajo y la maternidad, Emebo luchaba contra una depresión puerperal grave, por lo que después buscó tratamiento.

En el año 2017, su médico recomendó aumentar la dosis del medicamento para la presión arterial. Al mismo tiempo, seguía luchando para bajar el peso que subió cuando estaba embarazada.

Entonces, decidida a tomárselo en serio, le solicitó a su médico que le diera un mes para intentar mejorar su salud a través de cambios en su estilo de vida. Cerca del 80% de los episodios cardíacos se pueden prevenir mediante educación y cambios en el estilo de vida, como hacer más ejercicio, tener una alimentación saludable y controlar la presión arterial. 

Ese mismo día, Emebo participó en un grupo de ejercicios de madres de su vecindario en un gimnasio local.

“En la primera clase, me destrozaron, pero pensé: ‘Necesito estar aquí’ y me inscribí en la membresía ese mismo día”, comentó. 

Comenzó a hacer ejercicio muchas veces entre semana, dejó de comprar comida preparada y comenzó a cocinar la mayoría de sus comidas para poder controlar el tamaño de las porciones, la cantidad de grasas y los niveles de sal. Estudió las etiquetas de información nutricional para evitar las comidas con altas cantidades de azúcar y sal. También tuvo que dejar de consumir su bebida con cafeína preferida: té matcha helado con leche de coco.

“El primer mes fue como una tortura”, explicó. “Uno no se da cuenta cuán dependiente se vuelve a ciertas comidas”.

Pero encontró su rutina rápidamente. Estudiaba los menús para encontrar las opciones saludables antes de reunirse con sus amigos. Dejó de saltarse el desayuno y de comer meriendas nocturnas. Además, planificó sus comidas y meriendas, ya que tenía un horario de trabajo muy ajetreado y debía cuidar a su hija. Si su hija quería comer macarrones con queso, Emebo preparaba una sola porción para no tentarse a comer un poco.

“Esas medidas adicionales realmente me ayudaron”, afirmó. “Realmente tenía que estar al tanto de todo lo que ingería”.

Bajó 12 libras (5 kg) en un mes. Perdió aún más peso durante los siguientes seis meses y pudo reducir su presión arterial a valores casi normales con la ayuda continua de los medicamentos. Un año después, su peso bajó a 174 libras (79 kg) y su presión arterial siguió mejorando.

Emebo, quien estaba determinada a mejorar su presión arterial sin la ayuda de los medicamentos, contrató un entrenador para mejorar aún más su dieta y enfocarse en el desarrollo muscular en lugar de solo bajar de peso. En cinco meses, su peso bajó a 155 libras (70 kg).

Con el tiempo, su médico le permitió dejar los medicamentos, y en dos meses su presión arterial alcanzó un nivel normal. 

Emebo sigue haciendo ejercicios muchas veces entre semana y continúa controlando su dieta. Sabe que sus antecedentes familiares de cardiopatías aumentan su riesgo a padecer enfermedades. Sus padres padecían hipertensión arterial y ambos sufrieron accidentes cerebrovasculares. Pero, en lugar de centrarse en alcanzar un peso ideal, Emebo considera todos los beneficios.

“Realmente quería que se tratara de mi salud, y no solo la salud física, sino que también de la salud mental”, explicó. “El propósito era romper el legado familiar de padecer cardiopatías y sentirme bien”.